Si le notas esquivo, miedoso o no termina de acercarse a ti, es normal. Siéntate en el suelo a una distancia prudente e ignórale. Déjale que, a su ritmo, vaya acortando la distancia, se vaya acercando a olerte, incentívale con premios cerca de ti y poco a poco se sentirá tranquilo contigo. 

Al principio, no le obligues a relacionarse con perros o con personas. Durante unas semanas todo será nuevo para él. Es mejor observar cómo se comporta y darte liberta para descubrirse a sí mismo. 

Evita los castigos o los gritos ya que solo reforzaran los hábitos negativos o los miedos. Intenta educarte desde el refuerzo positivo, repitiendo una y otra vez las ordenes o comandos y premiando las buenas conductas. No sabes el poder que tiene una caricia hasta que lo pones a prueba.

Es frecuente que a los perros adoptados no les guste quedarse solos y pueden sufrir ansiedad por separación. Si este es tu caso, lo único que necesita es educar su soledad e ir acostumbrándole gradualmente a pasar tiempo solo. Dejarle la tele puesta, música de fondo, limitarte su espacio o un juguete con algo de comida dentro puede ayudar. 

También puedes contar con un cuidador que te ayude en este proceso mientras tu estas trabajando o realizando tareas fuera de casa.

Pero lo más importante de la llegada es que disfrutéis el uno del otro. Ofrécele un entorno donde se sienta seguro y querido. Pasead, aprended juntos y creced adaptándoos el uno al otro. El resto, vendrá poco a poco con tiempo.

Y si puedes, siempre nos ayuda ampliar nuestros conocimientos sobre el lenguaje canino. Conocer cómo se expresan los perros mejorara la comunicación y el aprendizaje de ambos.